Hay una persistencia en la caminata que viene de lejos en la historia argentina. Es un paso firme y sostenido que inauguraron las Madres de Plaza de Mayo y, con matices, se repite en otras partes del país con diversas consignas.En Andalgalá, Catamarca, ayer se realizó la “Caminata por la vida” número 585, porque esa cantidad de sábados la población consciente ha salido a las calles para decir que la megaminería no tiene licencia social allí. Esta vez el recorrido cambió. No pasó por la plaza central ni por la sede de la minera Agua Rica. A las seis de la tarde, un numeroso grupo de vecinos y vecinas se congregó frente a la iglesia agitando sus carteles y sus cantos: libertad a las ocho personas que todavía están detenidas (nada menos que en el Día Internacional de lxs Presxs Políticxs), que bajen las máquinas perforadoras del Nevado del Aconquija, que el agua es del pueblo y no de las mineras.La marcha de cada sábado puso rumbo hacia la comisaría, en una caravana de cantitos y aplausos que sumaba la gente desde sus casas. Un cordón policial interrumpía el paso en la esquina de la comisaría y allí, una histórica de la lucha andalgalense tomó el micrófono:“Que quede bien claro que que nosotres estamos en contra de la megaminería a cielo abierto y que es un trabajo que venimos haciendo hace más de 30 años cuando se presentó Alumbrera en las escuelas. También que quede claro que nosotros desde el primer minuto que nuestros amigos asamblearios y vecinos fueron detenidos y requisados, estuvimos aquí y en cada rincón, y que vamos a estar siempre hasta que queden liberades de toda acusación en sus casas, y para que nosotres podamos seguir esta lucha, porque a esta hora mientras estamos aquí queriendo recuperar a nuestres hijes, amigues y hermanes, la minera no ha parado ni un minuto. Entonces queremos que se lleven esta tarde el mensaje que queremos decirles: no ha sido verdaderamente lo que nosotrxs esperamos de una democracia, han entrado en las casas con tanta violencia, con tanta saña y hasta se han dado el lujo de golpear a nuestras compañeras diciéndoles negras de mierda. Todo eso que hicieron, todos esos desmanes tratándonos como delicuentes, queremos decirles que nosotres no somos ningunes delincuentes. Fuimos a la caminata ese día como cada sábado con un montón de gente y un montón de niñes, pero también cuando volvíamos de la caminata a pie vimos que, por primera vez, parecía una procesión por cada calle liberada por la Policía. También sabemos que se demoraron los bomberos voluntarios. Una empresa que se dice tan trasparente como Agua Rica no pudo sacar sus extinguidores, dado el caso. El dolor y la pena que nos han causado para defender sus posibles 50 trabajos no valen la pena. Ahora van a hacer una mina nueva sobre las estructuras de una mina vieja, aunque no cumplieron con el estudio de impacto ambiental, ni con el resarcimiento que corresponde después de una explotación tan larga y que les ha dado mucha plata al Gobierno provincial y nacional. Mientras, en Andalgalá no tenemos ni tres respiradores y morimos de cualquier enfermedad”.Después del discurso, resonó el grito en la comisaría, la plaza, la iglesia y la cumbre del cerro codiciado por la minera: Para Damián Abel… ¡libertad!Para Augusto Brizuela… ¡libertad!Para Enzo Brizuela… ¡libertad! Para Walter Mansilla… ¡libertad!Para Matías Paz… ¡libertad!Para Jorge Ramos… ¡libertad! Para Rubén Sachetti… ¡libertad!Para Eduardo Villagra… ¡libertad!*Cobertura colaborativa de Revista Cítrica y Agencia Tierra Viva desde Andalgalá.Foto: Susi Maresca