Las cifras son contundentes. Diez millones de argentinas y argentinos están asociados de forma directa a una cooperativa. Se estima que una de cada dos personas consume o recibe producciones de emprendimientos de la economía social o solidaria. De acuerdo a las estadísticas oficiales, la economía social produce el 70 por ciento de los alimentos que consumimos; brinda más del 80 por ciento del tendido eléctrico rural; y más de siete millones de usuarios reciben energía eléctrica de una cooperativa en toda la Argentina.

La economía social y solidaria está allí, en aquellos territorios considerados “poco redituables” para las manos invisibles del capitalismo de mercado. Está allí, como una forma de organización eficiente -cuando los empresarios abandonan sus fábricas- que permite mantener y generar nuevos puestos de trabajo en un contexto de nueva avanzada de las políticas neoliberales en la región.

las organizaciones que forman parte de la economía solidaria “pueden asumir un compromiso real de preservación del empleo, por ser empresas sociales enraizadas en el territorio del que forman parte”. (COOPERAR)

No se trata, sin embargo, de pensar a la economía social y cooperativa como un parche o una apuesta coyuntural. Son espacios que ligan lo político, lo social y lo productivo; lo cultural, que vinculan lo público y lo privado, a través de la puesta en marcha de acciones comunitarias destinadas a contribuir en la resolución de problemas sociales y generar una mayor calidad de vida en sus comunidades. Como señala un documento difundido de manera reciente por la Confederación de Cooperativas de la República Argentina (Cooperar) las organizaciones que forman parte de la economía solidaria “pueden asumir un compromiso real de preservación del empleo, por ser empresas sociales enraizadas en el territorio del que forman parte”.

Hay miles de cooperativas y emprendimientos en toda la Argentina que apuestan por prácticas económicas solidarias y autogestionadas que producen y comercializan bienes y servicios; que apuestan a la producción de contenidos comunicacionales, artísticos y culturales que reflexionan sobre la realidad de sus comunidades. Son expresiones de un pueblo que se organiza a sí mismo, de acciones colectivas que permiten a los ciudadanos intervenir en el debate y la resolución de los asuntos públicos. Nos referimos a organizaciones de productores, cooperativas, mutuales, empresas recuperadas, medios comunitarios, organizaciones de microcrédito, de la cultura, comercializadoras, distribuidoras de productos de la economía social, instituciones educativas que se plantean luchas y desafíos cotidianos en los pequeños pueblos y en los grandes centros urbanos de la Argentina.

Tres desafíos claros: bajo nivel de integración, dificultades para la comercialización, baja visibilidad.

La vasta inserción territorial de estas formas organizativas en todo el país se enfrentan, sin embargo, a tres desafíos claros. En primer lugar, un bajo nivel de integración que no corresponde con el sexto principio cooperativo que pregona la “cooperación entre las cooperativas”. Como ejemplifica un dirigente de la economía solidaria, “hay que cambiar las formas de actuar, por ejemplo comprando las cosas entre nosotros -los cooperativistas-, lo que nosotros mismos generamos”. En segundo término, las dificultades y obstáculos que encuentran los bienes y servicios producidos por la economía social y solidaria en las fases de la comercialización y la distribución, esa “parte del león” que en nuestro país presenta un escenario de altísima concentración. Y, en tercer lugar, la baja visibilidad que suelen tener estas prácticas autogestionadas y solidarias ante un entramado mediático de tendencias también oligopólicas.

Se trata, es cierto, de desafíos fuertemente vinculados entre sí, que llaman a establecer acuerdos políticos, económicos y sociales que posibiliten el mutuo potenciamiento de las organizaciones de la economía social, solidaria y cooperativa. Bajo esta perspectiva, la comunicación pasa a jugar un rol clave si es entendida  como una instancia que integra y a la vez desborda lo mediático, y que tiene como verdadero objetivo la generación de vínculos y la conformación de una “identidad común” y un sentido de pertenencia.

Herramienta de integración

La comunicación puede y debe contribuir de manera directa en la vinculación entre las organizaciones y en el establecimiento de sinergias para fortalecer los volúmenes de producción, comercialización y consumo. También puede y debe interpelarnos en tanto consumidores acerca de qué consumimos, de dónde proviene lo que compramos, dónde lo adquirimos, a quiénes beneficiamos con nuestras inversiones y consumos, y qué procesos de producción hay detrás de cada producto. Se trata de aportar a la reflexión acerca de por qué debemos comprar los alimentos  a los pequeños productores y organizaciones sociales, de por qué optar por los medios comunitarios, alternativos y populares a la hora de informarnos, de por qué preferir obras de teatro independiente y popular, de pensar por qué elegir mercados solidarios en lugar de comprar en los grandes mercados concentradores que expulsan cada vez más trabajadores, a la vez que degradan tierras y productos  y especulan financieramente. Apelar a la dimensión política del consumo, por una elección más conciente, sana y responsable. Así, se vuelve necesario profundizar la construcción de procesos alternativos de mercado (de productos, de comunicación, de cultura) que faciliten la reflexión y el vínculo entre todas las partes que integran el campo de la economía social y solidaria.

En esa línea, desde el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), en articulación con la Universidad Nacional de Quilmes, la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria y las cooperativas GCoop, Huvaiti, La Taba y el Centro Cultural de la Cooperación, se está desarrollando un proceso de gestión asociada que tiene como primeras instancias un mapeo participativo de prácticas de la economía social y solidaria (MAPESS) y una aplicación para celulares y otros dispositivos móviles junto a una plataforma web multimedia que busca fortalecer los procesos de comunicabilidad entre productores y consumidores del campo de la economía social y solidaria, la comunicación y la cultura popular (ESSApp).

Nuevas herramientas para la ESS, la comunicación y la cultura popular: ESSApp y MAPESS.

El MAPESS busca realizar diagnósticos socio organizacionales y construir información estadística que aporten a definir y dimensionar el campo de la ESS en Argentina, con el objetivo de promover un mejor posicionamiento y visibilidad de los actores que lo componen y pensar estrategias de desarrollo, integración y profundización de los vínculos entre productores y consumidores. Las experiencias relevadas serán geolocalizadas en “ESSApp, conectando solidaridad”: una aplicación para celulares y una web con un mapa de todo el país e información sobre la Economía social, la comunicación y la cultura popular.

La ESSApp permitirá a los usuarios localizar y conocer en detalle y de manera práctica los servicios y productos que cada organización ofrece. También podrán acceder a contenidos (textos, audios, videos) y agenda de actividades de la economía social, la comunicación y la cultura popular. Así, no se trata sólo del desarrollo productivo y económico, sino también de una herramienta con motivaciones de carácter social, cultural, comunicacional, para sumar una nueva estrategia de fortalecimiento de la identidad de la ESS.

De esta forma, estas iniciativas apuntan al triple objetivo de contribuir a promover la visibilidad de la economía social; de estimular los vínculos entre las organizaciones cooperativas y autogestivas; y de comenzar a resolver ciertos obstáculos que se generan en las fases de comercialización y distribución de estos bienes y servicios. Como explica Patricia Arpe, directora de departamento de proyectos del IMFC, el ESSApp  “es una innovación socio-tecnológica. No es sólo el desarrollo de la aplicación, sino que es una herramienta donde los propios actores de la ESS a ser mapeados, participan de talleres y encuentros en distintos puntos del país, aportando a la construcción y al diseño de la misma, para que sea representativa del sector”.


(nota publicada en diario Tiempo Argentino, 28 de mayo de 2017)